viernes, 2 de marzo de 2012

Máscaras de África y México. Dos culturas rituales.

Máscaras de África y México. Dos culturas rituales.


La muestra Máscaras de África y México contribuye al conocimiento de los aportes culturales de la Tercera Raíz.
Foto: Arturo López/Conaculta
Las contribuciones de la cultura africana a México fueron cuantiosas en el habla, las creencias religiosas, ritos, fiestas, magia, música, danza, vestuario y gastronomía, afirmó Rafael Flores Fernández, coleccionista de arte popular y uno de los promotores, junto con el sacerdote Glyn Jemmott Nelson, del Festival del Tambor y la Cultura Africana y el Mes de la herencia negra en México.

La presencia de África en nuestro país desde el punto físico humano es más notoria en regiones como la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, el sur de Veracruz, Michoacán, Puebla, Zacatecas, San Luis Potosí. Chiapas, pero está presente en gran parte de la República a través de diversas expresiones del arte popular, añadió Flores durante la inauguración de la muestra Máscaras de África y México. Dos culturas rituales.

El coleccionista dijo que el objetivo primario de esta muestra ¿integrada con 60 máscaras africanas, 200 mexicanas y otros 60 objetos artísticos de uso ritual y ornamental¿ es precisamente aportar una visión genérica de las similitudes, en unos casos muy lejanas pero perceptibles, que existen entre los productos artísticos de los dos continentes.

¿Las máscaras indígenas mexicanas son desde luego diferentes a las africanas, pero en muchos casos tienen la misma función ritual y rasgos negros que evidencian su origen, pues los indígenas las fueron adoptando y adaptando a su cultura y a la cultura española. Lo mismo ocurrió con las danzas, la música, la comida, los vestidos¿, resaltó el coleccionista, quien es propietario de las piezas expuestas en el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP).

La muestra, instalada en las galerìas 3 y 4 de la Quinta Margarita del MNCP con guión museográfico de Norma Ortiz, incluye máscaras, esculturas, bastones de mando y otros utensilios rituales y domésticos de Ghana, Camerún, Costa de Marfil, Sudáfrica, Kenia, Gabón, Nigeria y el Congo, así como de las regiones afromestizas de Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Michoacán, Hidalgo, Puebla y Zacatecas.

Una de las piezas más grandes e impresionantes es un mascarón alargado de casi un metro de altura de la etnia oubí de Costa del Marfil. Una máscara mexicana, muy bella e igualmente enorme, procedente de la cultura purépecha de Uruapan, Michoacán. Al igual que la mayoría de las máscaras indígenas, se usa en fiestas de carnaval, patronales y cìvicas, en la ejecutoria de danzas y procesiones.

Las cédulas que explican las piezas de Máscaras de África y México son ricas en información sobre el uso que éstas tuvieron o aún tienen para los pueblos: son una proyección espiritual humana, una apropiación de la naturaleza, proceden del periodo animista y están pensadas o diseñadas para verse en movimiento.

Las hay de cuatro categorías, según la representación que proponen. Unas invocan espíritus de antepasados o ancestros; otras a héroes mitológicos; unas más combinan figuras de héroes y ancestros y otras representan espíritus animales, convocando la remota época de los tótem.

La ¿tercera raíz¿ de México procede de 1519, cuando Hernán Cortés pisó por primera vez territorio nacional. En su armada venía un negro criado y formado en Cuba. A partir de la consumación de la conquista española en 1521, el número de emigrados se incrementó hasta a alcanzar los 200 mil en los tres siglos de colonización, según un texto informativo de la asociación civil México Negro.

La mayoría de los africanos llegaron como esclavos, pero muchos desempeñaron tareas de confianza para los españoles como capataces de minas, trapiches, fábricas textiles y explotaciones agrícolas, artesanos de construcción y vaqueros de haciendas ganaderas. Para los negros no estuvo prohibida la monta de caballos, como ocurrió con los indígenas hasta finales del siglo XVIII.

La exposición Máscaras de África y México estará en exhibición hasta el 15 de abril, cuando culmina el ciclo ceremonial de los carnavales en diversos estados de la República. El Museo Nacional de Culturas Populares está ubicado en Hidalgo 289, centro de Coyoacán.
 
Autor/Redactor: CONACULTA
Editor: Manuel Zavala y Alonso

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